Una enfermera loberense que trabaja en el CEMA de Mar del Plata contó como afrontan la pandemia

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Marianela Iriart es enfermera del servicio de infectología del Centro de Especialidades Médicas Ambulatorias (CEMA), de Mar del Plata. La loberense contó en una entrevista con el medio «El Marplatense», cómo es un día de trabajo ante la actual pandemia, en la ciudad con mayor cantidad de casos confirmados de coronavirus de toda la Zona Sanitaria VIII.

«Nuestro trabajo continúa y es un poco mas copioso que en días previos o en una situación normal. Si bien la rutina se mantiene, ya que nos levantamos a las 6 de la mañana y entramos a trabajar a las 7, tenemos mucha menos cantidad de pacientes, pero tenemos muchas más cosas que prever, a la hora de la atención de la gente» manifestó Marianela, quien agregó que «nos lleva mucho tiempo y nos dedicamos mucho a la educación del paciente, para que pueda adoptar todas las medidas necesarias, para cuidarse y para cuidarnos nosotros también. Todos los días salimos a la calle con la idea de poder hacer las cosas bien, de poder colaborar y de poner nuestros conocimientos al servicio de la población, ya que circulan muchas noticias que no son oficiales y es una lucha constante también ese aspecto».

La enfermera indicó que «el trabajo se relaciona con recibir a la gente todos los días en la puerta, enseñarles como son los circuitos, los movimientos, las entradas y salidas y tratar de volver a nuestras casas, lo más limpios posibles, sabiendo que muchos luego tienen contacto con las familias, por lo que al volver, procuramos quitarnos todo la ropa de trabajo, bañarnos y luego sí saludar a toda la familia, algo que definitivamente nos ha cambiado la rutina».

Al ser consultada sobre cómo percibe el virus, teniendo en cuenta que se trata de un enemigo invisible, sostuvo que «es estresante pensar que el virus puede estar en cualquier lado. Uno no puede saber ni dónde, ni en qué superficie, cara, mano o conversación puede estar en contacto con el COVID-19. No se ve, no tenemos forma de detectarlo, ya que la gente puede venir absolutamente asintomática y ser portadora del virus».

Iriart expresó durante la nota que «la circulación comunitaria es algo inminente en Mar del Plata y eso nos pone a la defensiva, intentando autoconvencernos de que todo está bien y transmitir un mensaje de esperanza, pero lo cierto es que puertas adentro uno sabe que el temor es constante, que la exposición es constante y que va aumentando sin que uno lo note».

«Nosotros trabajando en atención primaria de la salud, tenemos ciertos parámetros, con los cuales uno se va adaptando con los equipos de protección personal. No todo es para todos, no todos tenemos el mismo grado de exposición, al menos hasta el día de hoy», manifestó, agregando que «lo que siempre intentamos es mantener bajo todo punto de vista, el distanciamiento social de un metro o metro y medio, la higiene de manos y en todo caso el uso del barbijo si el paciente es sintomático. Cada vez que abrimos la puerta no sabemos con qué nos vamos a encontrar. Tenemos que poner la mejor cara y explicarle a la persona que no se puede acercar, que no lo podemos tocar, que primero vamos a conversar de costado y que si lo tenemos que vacunar, no vamos a acercarnos de frente y demás medidas de prevención».

En referencia a si en algún momento se imaginó estar ante una pandemia, dijo que «la verdad es que no, si bien uno estudia y la capacitación es la base fundamental para intervenir en la vida de otro ser humano, la verdad es que uno no se espera esto. No soy muy joven, pero tampoco muy grande y pasamos la del 2009 con otro tipo de acceso a la información y eso hace mucho a la diferencia. Hoy sabemos muchas cosas, hoy estamos mucho más expuestos a la mala información y la verdad que estas situaciones no están previstas en ningún lado, nadie te prepara para esto», afirmó.

Por último, la loberense afirmó que «uno tiene la sensación de que el día no termina nunca, porque cuando uno llega a su casa tiene que actualizarse, buscar información de último momento y estar permanentemente previendo que puede llegar a cambiar para mañana. El alerta no baja, a pesar de que a veces baja uno el nivel de tensión y se pone a pensar en cosas cotidianas, como cuándo podré volver a ver a mi familia, cuando voy a poder tener la casa abierta, cuando voy a poder salir a tomar mate a la vereda, cosas simples. Eso se le cruza a uno por la cabeza».

Fuente: El Marplatense