Sin compromiso ciudadano no habrá nueva política

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Los nuevos paradigmas de la vida moderna, los cambios sociales y generacionales con ciclos de vida más perentorios, las contingencias de la economía y el explosivo avance de la tecnología, que hacen pensar el mundo al alcance de un “click”, son algunos de los factores que han mutado la naturalidad en los comportamientos del ser humano, en el caso que nos ocupa de muchos de quienes convivimos en esta “región progresista” a la que llega cada semana Sendero Regional.

En esta nueva estructura, el individualismo, a veces inconsciente, ha impactado en el grado de participación de la gente en los temas comunitarios, que atañen al mundo en el que cada uno nació, o en el que eligió vivir y por ende en el lugar en el que desea desarrollarse.

Participar va de la mano con la cualidad de comprometerse, de trabajar, estudiar y ser “buena gente”. Casi un mandamiento que nace desde las cuestiones más íntimas. Es tomar una actitud de empeño con la familia, los hijos, el trabajo, la escuela, el club, el barrio y en orden ascendente con la comunidad en la que vivimos.

En estos días resulta muy frecuente oír voces críticas, obviamente siempre dirigidas a lo que hace el otro. Sin hacer un “mea culpa” y muchos menos observar que a veces estamos enjuiciando liviana e irrespetuosamente, sin tener en cuenta que no intervenimos o ponemos nuestro esfuerzo en pos de que las cosas que no nos gustan empiecen a cambiar.

En la generalidad de los casos, los reproches están orientados a la clase política o dirigente. Sin embargo, no se considera que quienes son blancos de nuestras críticas surgen de la sociedad en la que convivimos y muchas veces son elegidos por nosotros mismos para desarrollar su rol.

Muchas veces se sostiene que las comunidades relativamente chicas como las que integran la zona que llega Sendero Regional, suelen ser cerradas y conservadoras.

Sin embargo tenemos a mano el ejemplo de una sociedad participativa y solidaria, otra palabra muy allegada al concepto de comprometerse.

El devenir de un país se construye con el esfuerzo de todos o al menos la mayoría de quienes lo componen. Y su crecimiento mucho tiene que ver con el compromiso que asume cada uno. Esa cosquilla interior “compromiso ciudadano” es la que necesitamos que día a día uno a uno de los integrantes de este país ponga a disposición, y como un grano de arena lo aporte a la comunidad toda.

Caras repetidas a lo largo de décadas en la política, donde en varios casos prima el interés personal por lograr poder y dinero; o la falta de dirigentes que trabajen ad honorem en una entidad de bien público, son hoy en día monedas corrientes.

En este marco especial, más que nunca hay que entender que si no nos comprometemos, aún con las cosas que nos parecen pequeñas, es imposible cambiar una realidad que nos molesta y agobia. El lugar que cedemos es ocupado por otros, y esa concesión precisamente es la que no debería permitirnos quejarnos o criticar.

Si no nos comprometemos es casi imposible que crezcamos como sociedad. El individualismo junto con el egoísmo, conforman una mezcla que florece y se apoderan de la escena, colocando en el sitial principal al estancamiento y la desesperanza, dando paso a la decadencia de la sociedad como construcción…

CARLOS LABORANTI. Director Ejecutivo