El carnaval es una de las fiestas populares de mayor tradición en la historia de la humanidad.
Algunos historiadores precisan que los primeros carnavales se remontan a la antigua Sumeria, hace más de cinco mil años, pasando luego la costumbre de la celebración a Egipto y al Imperio Romano, desde donde se difundió por toda Europa, siendo traído a América por navegantes españoles y portugueses en época de colonización y conquista a partir del siglo XV.
Con el paso del tiempo, el carnaval fue adoptado por los pueblos que poseen tradición cristiana, precediendo a la cuaresma. El término carnaval proviene del latín medieval carnelevarium (“quitar la carne”) refiriéndose a la prohibición religiosa de consumir carne durante los cuarenta días que dura la cuaresma.
En la actualidad, el carnaval se encuentra muy arraigado a la celebración popular, alejándose de su significado religioso, alargando los festejos a los últimos días de febrero o los primeros días del mes de marzo.
Con el correr de los años, el carnaval fue adoptando estilos diferentes según cada país. En América incorporó elementos aborígenes y hasta alcanzó ribetes místicos precolombinos.
Hoy esta expresión popular se celebra en distintas partes del mundo, haciendo que los escenarios donde se desarrollan atraigan a miles de turistas de otras latitudes para sentir, vibrar y cantar con el paso de las comparsas. Así, por ejemplo, el Carnaval de Río de Janeiro en Brasil, el de Oruro en Bolivia, el de Venecia en Italia o el de Gualeguaychú en nuestro país, se encargan de trasmitir los estadios de felicidad que los caracterizan, haciendo que participantes y espectadores se contagien con el audaz ritmo de las “batucadas”, disfrutando de un espectáculo lleno de brillo, luz y sonido sin precedentes.
En nuestra zona, los carnavales no tienen las características ni la trascendencia de los nombrados anteriormente, pero sí tiene la alegría típica de estos festejos.
En Lobería, los tradicionales corsos volvieron hace unos años y, tal como sucedía varias décadas atrás, son tal vez la mayor fiesta popular de la ciudad. Grandes y chicos, de todas las clases sociales, participan de estos festejos, disfrutando de observar a las comparsas, carrozas, murgas y mascaritas, además de permitirse jugar con la espuma.
La primera noche de corsos en Lobería fue un verdadero éxito, aunque la lluvia impidió que se realizaran las siguientes dos jornadas. Al cierre de esta edición, estaban prevista la continuidad de los carnavales, estando a confirmar la reprogramación de las noches postergadas.
En San Cayetano, donde también se realiza el festejo, aunque en este caso reducido a una única noche, la actividad también estaba prevista para el cierre de esta edición.
La sana diversión del carnaval ya llegó, para darnos una alegría entre tantas tensiones, desinteligencias y ajustes.