La vieja Estación, un aporte a la Cultura

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Algunos días atrás, fue inaugurado el Centro Cultural Tamangueyú, que funcionará en las remozadas instalaciones de la antigua Estación de Trenes de la localidad.

El hecho es doblemente importante, puesto que no sólo se ofrecerá un espacio cultural para los vecinos de la localidad, sino que además se lo construyó en el lugar más emblemático de Tamangueyú.

Ese mismo edificio ubicado a la vera de la Ruta 227, ese mismo que generaba tristeza en propios y extraños al verlo abandonado, hoy transmite alegría al verlo prolijo e iluminado.

Hablar de Cultura, no es sólo hacerlo de un músico o un pintor, también es poner en valor antiguas edificaciones que marcaron la vida de una localidad. Este es el caso de Tamangueyú, que nació, creció y lamentablemente ha ido decayendo en torno a la Estación.

Y cuando decimos que ha decaído, nos referimos al cierre de muchísimos comercios y a la cantidad de vecinos del lugar que han preferido afincarse en la ciudad cabecera del Distrito o en localidades vecinas.

Pero mucho otros, han elegido permanecer allí, criar a sus hijos y transmitirles el amor por su localidad, por la Escuela Nº 12, por el club, por la capilla y por la propia Estación.

Son esos vecinos, los que con ojos llenos de lágrimas asistieron al acto inaugural del Centro Cultural.

Es que si bien los tiempos han cambiado, el sentimiento y las raíces se mantienen a pesar del paso de los años.

Cómo no conmoverse al ver a muchos abuelos junto a sus hijos y nietos, con la sonrisa dibujada en el rostro al ver a la “vieja” Estación reluciente, con pisos y techo nuevo, con las paredes pintadas y con los andenes repletos de gente, como en sus mejores épocas.

Cómo no emocionarse al ver a esos mismos hombres y mujeres aplaudiendo el corte de cintas y descubriendo las placas recordatorias.

Cómo no sentir esa misma felicidad que tenía los lugareños al caminar, sintiendo que la Estación mismo volvía a tener vida.

Tal vez sea demasiado soñar con la vuelta del ferrocarril, con ir a despedir o a recibir a un familiar o un amigo, pero al menos, ese lugar histórico de Tamangueyú ya no será un edificio abandonado como lo es actualmente la estación de trenes de Lobería.

Ahora, la localidad contará con un lugar cálido donde reunirse, donde realizar una exposición, donde disfrutar de un espectáculo, donde participar de talleres o simplemente donde juntarse a recordar historias del pasado e imaginar ideas para el futuro.

Estos pasos de remodelación y reconstitución de lugares que poseen una carga histórica emotiva, hacen sentir el peso de las raíces locales y culturales como plafón cultural de los pueblos. Si la cultura no es valorada, la identidad de los pueblos comienza a corroerse y se subsume en un mero lugar geográfico vacío de contenido.

 

Carlos Laboranti. Director Ejecutivo