La pasión del hincha argentino en tiempos de Mundial

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Cada cuatro años, los argentinos vivimos un mes de intensidad, pasión y adrenalina futbolera. Las calles de cada rincón del país parecen tener hasta un aire diferente. Hay más banderas en los balcones que durante los festejos patrios. El hincha argentino prepara camisetas, gorros y cornetas para alentar a la selección.

La Copa del Mundo de fútbol es un fenómeno social tan importante, que hasta en las escuelas se acepta el “faltazo” para mirar a la selección, o se ponen televisores para alentar todos juntos, alumnos, maestros, profesores y autoridades.

Podemos afirmar con certeza que el Mundial, en la Argentina, provoca estados emocionales que generan otra situación distinta a la cotidiana y que hace decir y tener actitudes que en otras oportunidades no se tienen. El fútbol en nuestro país crea estados emocionales excepcionales que no responden a un patrón normal que pueda ser generado por otro evento.

 

Es indiscutible que la pasión futbolera logra el resurgimiento no solo de pasiones descontroladas, sino un despertar nacionalista: nos convertimos en argentinos y las brechas parecen disiparse por un rato.

La selección Argentina, amalgama colores en un sentimiento unánime y la Copa del Mundo irrumpe en nuestra sociedad, desplazando todo lo demás: las miradas y los corazones se posan allí, en ese rincón del mundo en que la pelota rueda. El fútbol argentino tiene esa marca registrada que desparrama enfundado en la querida celeste y blanca. Es una expresión genuina de argentinidad, un grito que lo define todo.

Y esa pasión, alcanza aún a aquellos que no serían capaces de sentarse frente a un televisor para mirar un partido de fútbol, excepto que se trate, justamente, de la cita mundialista.

Muchas veces, una alegría deportiva, hace más soportable la dura realidad, aunque en este caso, los resultados no han acompañado a nuestra selección. Pero cuando se trata de la celeste y blanca, brota en nosotros ese optimismo que nos hace pensar que algo pasará, y ese equipo que tan mal jugó en los dos primeros partidos, ganará el último encuentro del grupo, pasará de ronda y terminará haciéndonos delirar consagrándose campeón del mundo.

Qué bueno sería que esa unión que notamos a la hora de alentar a nuestro equipo, los argentinos la pudiésemos mantener por luchar día a día por tener un país mejor.

Qué lindo sería que ese abrazo que nos damos con un desconocido para festejar un gol o un triunfo, nos lo diéramos con aquel amigo o familiar con el que nos distanciamos por la famosa “grieta”.

Aprovechemos esta fiebre mundialista, para ir cerrando esa brecha que tanto mal le ha hecho y le sigue haciendo a nuestro país, y que sólo sirve para provecho de algunos dirigentes políticos, de uno uy otro lado, que ven en ella la posibilidad de ganar una elección.

Ojalá este Mundial termine con Argentina campeón y todos festejando, pero si no es así, que al menos haya servido para encontranos más cerca unos de otros.

 

Carlos Laboranti

Director Ejecutivo