Estado presente no es sinónimo de Estado interventor

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La pasada semana, culminó el trabajo de más de dos años de la Sala Comunitaria de Elaboración de Alimentos en la ciudad de Lobería y la misma quedó inaugurada.
Más allá del corte de cintas en sí y de lo saludable que es ver recuperado el edificio que supo ser sede de la Sociedad Sirio Árabe, lo más destacable nos parece que es la decisión de hacer una fuerte apuesta e inversión pensando en propiciar la consolidación, crecimiento y expansión de los pequeños y medianos emprendedores locales.
No es novedoso que en los últimos tiempos y mucho más durante la pandemia, han proliferado los emprendimientos familiares de elaboración de alimentos. Pero lo que en muchos casos surgió como algo momentáneo para “salir del paso”, con el tiempo se transformó en el medio de vida de muchas familias que a su vez vieron en ese proyecto un potencial interesante.
Advirtiendo esto y con una importante visión de futuro, la gestión municipal decidió llevar a cabo este lugar que les ofrece a quienes realizan distintas producciones alimenticias, un espacio adecuado, seguro, con las condiciones higiénicas, sanitarias y bromatológicas necesarias, que les permita además contar con un certificado de calidad que a su vez abrirá la expectativa de poder llegar con sus productos a la región, además de ponerlos en igualdad de condiciones con empresas de mayor envergadura.
Todo esto, estará acompañado por el asesoramiento y el apoyo de una licenciada en Ciencia y Tecnología en Alimentos, a lo que deberá sumarse inexorablemente el acompañamiento a través de gestiones del área de Desarrollo Local que permitan abrir puertas y generar posibilidades que al emprendedor, en la mayoría de las veces, se le hace imposible por sí solo.
Es verdad que el Estado debe ser cuidadoso de que en su afán de impulsar el desarrollo de estos emprendimientos, no termine generando una competencia desigual con aquellas empresas que no formen parte de la Sala Comunitaria, y en ese sentido, se destacó que transcurrido un período inicial, serán los propios productores los que deberán hacerse cargo del pago de los servicios y gastos que origine el funcionamiento del lugar.
Es decir, un Estado presente, como facilitador, que permita que pueden convivir sanamente pequeños productores como empresas de mayor envergadura, desarrollando un mercado de competencia leal, en el que todos tengan las mismas posibilidades de brindar al consumidor, productos con las mismas medidas de seguridad y sanidad.
Resulta sumamente positiva la decisión política que ha tomado esta gestión de potenciar los pequeñas empresas a través de una inversión pública. Adelantándome a una entrevista que este medio le realizó al director de Desarrollo Local, Leandro Storti, y que será publicada en las próximas horas, el funcionario explica que se busca generar un “efecto multiplicador de la inversión pública, que cada peso invertido a nivel municipal, derive en hacer crecer emprendimientos, que a su vez genera que se formalice gente, que se paguen más impuestos, que se agregue valor a la materia prima y genere más riqueza”.
Estamos convencidos que este mismo tipo de políticas públicas de ayuda a las actividades del sector privado, deben implementarse también con las grandes empresas. Y no nos referimos a un apoyo económico, sino a generar un ecosistema empresario favorable, que brinde las condiciones necesarias para que aquellos que estén afianzados puedan expandirse y otros vean en Lobería un lugar propicio para instalarse.
Y en esto el Estado debe tener un rol fundamental y de hecho, lo está teniendo, por ejemplo, generando recurso humano capacitado, sobre lo que se ha dado un gran paso con las distintas carreras ofrecidas por la Universidad en Lobería y el atractivo programa de pasantías; dotando a la ciudad de una buena y confiable conectividad; facilitando el acceso a créditos; propiciando reuniones con autoridades de municipios vecinos o entre propias empresas, instituciones o inversionistas para desarrollar ideas innovadoras que se puedan capitalizar.
En definitiva, no se trata de que el sector privado sea sostenido por la inversión pública, sino que esta genere las condiciones para el afianzamiento o crecimiento tanto de un pequeño emprendimiento como de una gran empresa, cada uno a su escala, lo que terminará redundando en la generación de trabajo, la motorización de la economía local y por ende, el bienestar colectivo de los habitantes del distrito.
Un Estado presente, con un rol en el que establezca las reglas y facilite el juego al ecosistema privado, pero no como un interventor o subsidiario del mismo, sino como un equilibrador, proponiendo un desarrollo que termine derramando en un crecimiento económico y social.
Carlos Laboranti – Director Ejecutivo.