En un mármol, una historia: Sorpresa en el cementerio

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Por Eliana Noelia Segovia – Museóloga del Museo Histórico La Lobería Grande.

Semanas atrás, en oportunidad de iniciar los trabajos de recuperación del espacio en el que se encuentra emplazado el viejo osario, con la autorización y acompañamiento del municipio, personal del Museo Histórico La Lobería Grande y la señora Cristina Guazzetti, procedieron a retirar el mármol que identificaba el sitio para someterlo a una operación de limpieza. El mismo presenta un texto en 7 líneas que dice “Aquí se encuentran todos los restos que estuvieron en el cementerio viejo y no fueron retirados por sus deudos hasta el 15 de octubre de 1940. Bendecido el 2 de noviembre de 1940”.

Sabemos que durante los primeros meses del año ’40, el municipio solicitó a aquellas personas cuyos deudos descansaban en el cementerio viejo, que efectivizaran el traslado al cementerio nuevo antes del día 31 de julio. En reiteradas ocasiones comunicó que el día 15 de octubre, los restos que no habían sido retirados, serían depositados en el osario que se construiría a tal efecto.

La bendición del mismo se realizó el 2 de noviembre de 1940 en ocasión del Día de los Fieles Difuntos o “Día de los Muertos”, celebración que tiene por objeto orar por aquellos fieles que han acabado su vida terrenal y por aquellos que se encuentran aún en estado de purificación en el purgatorio.

Gran sorpresa se llevaron las involucradas en la labor al retirar el mármol y descubrir que en el reverso, tiene grabado otro texto en 21 líneas que reza: “Síntesis histórica. Este Partido fue creado por decreto de Rosas de 20 de diciembre de 1839. Se le dio esta denominación por abundar en las costas del Atlántico lobos marinos. Se fijaron sus límites en 1865, creándose los partidos de Tres Arroyos y Necochea. El pueblo fue fundado sobre el arroyo Las Mostazas, habiéndose hecho la traza en el año 1887. Los hijos de este Partido han tenido gran actuación en los sucesos de 1839, durante la Guerra del Paraguay, en la revolución de 1874 y en la lucha contra los indios. A. MCMXXXIV”.

 

Importante valor histórico

Las inscripciones de ambos lados presuponen valores diferenciados. Si la que estaba a la vista tenía la función de identificar el osario, la que permaneció oculta desde hace 78 años, trasuntaba la aspiración de los hombres de aquella época de transmitir un mensaje a las generaciones futuras. Una afirmación del progreso histórico en relación al pasado inmediato y al porvenir.

Y es gracias a la constatación de un error menor, que se preservó un sentido de enunciación pública que, de otro modo, no hubiera llegado a nosotros.

Pues del grabado de mayor calidad, milagrosamente bien conservado y que dice “este Partido fue creado por decreto de Rosas de 20 de diciembre de 1839” se revela un dato equívoco, ya que en dicha fecha, el Coronel Narciso del Valle elevó la propuesta de los límites del nuevo Partido al Superior Gobierno, haciéndose efectiva la creación por decreto del día 25.

De igual modo lo afirmaba un folleto titulado “Breve noticia sobre el origen de los Partidos” de la Dirección General de Escuelas, editado el mismo año y un mapa catastral del partido impreso en 1933, por la Dirección de Geodesia y Catastro de la Provincia de Buenos Aires.

Es indudable que para 1934, las autoridades que produjeron la placa tomaron como válida la fecha de la propuesta de del Valle y no la creación oficial que se produjo por sanción mediante decreto.

La controversia finalizó en 1939, cuando el intendente municipal, Manuel Justo Raggio, suscribió un manifiesto en el que instauró el 25 de diciembre, en lugar del 20, en virtud del folleto “Efemérides Loberenses” publicado en 1937 por Suárez García denunciando el error.

La paradoja radica, sin embargo, en que recién el 4 de julio de 1955, el Honorable Concejo Deliberante, oficializó de manera permanente la fecha conmemorativa del Partido, atento a las constancias existentes en la obra Historia del Partido de Lobería.

No hay registro de quién hizo grabar el mármol hallado ni con qué objeto. Tampoco se sabe de su emplazamiento y mucho menos del momento en que fue descartado.

Lo cierto es que fue reutilizado durante la gestión de Alfredo Baca Kuhr, en el osario común, en donde descansarían los restos que no habían sido retirados por sus deudos ni identificados por el municipio, por carecer éste de registros oficiales.

El hallazgo, condenado al olvido por tantos años, se convierte en un testimonio de incuestionable valor histórico, pues nos permite confrontar con el pasado, sus lógicas y contradicciones.

En un mármol, una historia.