El deber de informar sin revictimizar

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El periodismo en localidades pequeñas cumple un papel fundamental como canal de información y construcción del debate público. La cercanía entre los actores sociales convierte cada noticia en un acontecimiento de alto impacto, y cuando se trata de delitos graves, como los casos de abuso sexual infantil recientemente registrados en Lobería y Necochea, la responsabilidad de los medios adquiere una dimensión aún mayor.
La cobertura de estos hechos, especialmente al momento de las detenciones de los acusados o la finalización de los juicios con condenas, genera reacciones intensas en la comunidad. Es común ver comentarios en redes sociales exigiendo conocer la identidad de los condenados y acusando a los medios de ocultar información. Sin embargo, es crucial entender que la labor periodística no se rige por el clamor popular, sino por principios éticos y por el compromiso de informar sin causar daño.
En los delitos de abuso sexual, la protección de la víctima debe ser prioritaria. Muchas veces, en estos casos, el abusador es un integrante de la familia, lo que hace que revelar su identidad implique exponer a la persona afectada, revictimizándola públicamente.
Existen recomendaciones claras sobre la importancia de mantener la confidencialidad para evitar un daño adicional a quienes ya han atravesado una situación traumática.
El periodismo responsable en comunidades pequeñas no solo informa, sino que educa y contextualiza. Es esencial explicar a la audiencia las razones detrás de las decisiones editoriales, para generar comprensión sobre la importancia de la protección de las víctimas. La transparencia en los criterios periodísticos ayuda a que el público entienda que no se trata de encubrimiento, sino de un compromiso ético con la sociedad.
En tiempos de inmediatez y opinión pública apasionada, los medios locales tienen la responsabilidad de no dejarse arrastrar por la presión social, sino de sostener estándares de rigor, veracidad y empatía. Ser periodistas en comunidades pequeñas implica enfrentar miradas críticas y cuestionamientos constantes, pero también representa la posibilidad de fortalecer el tejido social desde el respeto por los derechos y la dignidad de quienes más lo necesitan.

Carlos Laboranti, director ejecutivo