El aprendizaje en el aislamiento social

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La pandemia de enfermedad por coronavirus (COVID-19) ha provocado una crisis sin precedentes en todos los ámbitos. En la esfera de la educación, esta emergencia ha dado lugar al cierre masivo de las actividades presenciales de instituciones educativas en más de 190 países con el fin de evitar la propagación del virus y mitigar su impacto.

Según la Unesco, hasta principios de agosto de 2020 más de 1.060 millones de estudiantes en todo el mundo se encuentran fuera de la escuela. De ellos, más de 160 millones corresponden a estudiantes de América latina y el Caribe.

La virtualidad suplantó rápidamente la presencia en las aulas. En Argentina, según los datos preliminares del proceso de continuidad pedagógica, el 95 % de los hogares recibió propuestas pedagógicas, pero el 53 % padeció la conectividad, es decir, se vio privada de su derecho a la educación.

Sin dudas, es un año distinto, excepcional, con mucha incertidumbre y las instituciones educativas hicieron lo que se pudieron con lo que se tenía. El tema es que a veces, no ir a la escuela, se convierte en perder el único lugar a través del cual se puede acceder al conocimiento. Sin computadoras, sin celulares adecuados o directamente sin conectividad, con padres sin recursos para ayudar a sus hijos, el proceso educativo se hizo inviable. La desigualdad, más que surgir, se evidenció y se incrementó por la postergación de respuestas concretas a reclamos de décadas en el sistema educativo. Ya nadie duda del bajo interés de la política y de muchos ciudadanos hacia la educación. Tanto salud como educación son derechos impostergables y no están como deberían. Durante las tormentas, lo que esta flojo se deteriora o se pierde.

Con las aulas cerradas las escuelas siguieron trabajando, con aciertos, errores y déficits. Una de las primeras respuestas que dieron las autoridades educativas fue garantizar el acceso al contenido pedagógico, como los portales de recursos educativos. Sabemos que el 37 % de adolescentes no tiene dispositivos digitales, el 18 % no tiene acceso a internet, y la mitad de las conexiones no permiten intercambio sincrónico (zoom, meet). Por eso, en este contexto se recurrió a cuadernillos impresos y contenidos de radio y televisión.
¿Habrá costos? Eso es seguro, habrá que hacer un esfuerzo enorme para recuperar estos aprendizajes. Cuando las escuelas se abran, muchos estudiantes, en especial adolescentes, no van a volver.

Carlos Laboranti – Director ejecutivo