Por Juan José Barrena, pediatra.
Las diarreas son infecciones del tracto digestivo ocasionadas por bacterias, virus o parásitos.
La diarrea aguda es una enfermedad que produce un aumento en la frecuencia y/o el volumen de las deposiciones de un niño. Puede estar acompañada de vómitos y fiebre. Cuando hablamos de frecuencia quiere decir más veces que lo habitual para ese niño y el volumen en niños pequeños lo podemos objetivar viendo si sobrepasa el pañal.
Generalmente comienza con vómitos los primeros dos días y algún pico febril, la diarrea puede aparecer concomitantemente pero es más frecuente que sea lo último en presentarse.
Generalmente suceden durante el verano pero también pueden ocurrir en invierno. Las diarreas son más frecuentes en verano debido al clima, que favorece la diseminación de las bacterias que las provocan, en tanto que en invierno es más probable que la causa sea de tipo viral.
Como mencionábamos, los agentes infecciosos causantes de la diarrea son múltiples, y se transmiten habitualmente por la vía fecal-oral (es decir, a través de la ingesta de agua o alimentos contaminados con materia fecal, o mediante la contaminación directa de las manos u objetos utilizados diariamente).
Para prevenir la diarrea en bebés se aconseja mantener la lactancia materna. Y son fundamentales las medidas de higiene en la alimentación:
– Adecuado lavado de manos.
– Consumo de agua potable o segura.
– Las verduras deben estar cocidas y las frutas lavadas y peladas.
– La carne debe estar bien cocida, no roja.
– Evitar la contaminación cruzada, es decir, no mezclar utensilios de manejo de carne cruda con los otros alimentos.
– Tener los animales domésticos sanos y desparasitados.
– Consumir alimentos que presentan un adecuado mantenimiento de la cadena de frío.
El riesgo más importante en los cuadros diarreicos es la deshidratación y se relaciona con la edad, mientras más pequeño es el niño, más alto es el riesgo de deshidratación. También si se presentan muchas deposiciones o los vómitos no ceden puede observarse la deshidratación.
Los cuidadores deben prestar atención a la aparición de estos signos que son característicos de los niños deshidratados: Ausencia de lágrimas frente al llanto, boca seca, pañales secos, disminución o ausencia de orina en las últimas horas, decaimiento que le impide hidratarse.
El modo de cuidar a los niños con diarrea es manteniendo una adecuada hidratación, esto se debe realizar ofreciéndole agua fresca y segura frecuente, en el caso que se presenten vómitos, se debe esperar un tiempo posterior al vomito mayor a 30 minutos y comenzar a hidratar en forma fraccionada, con cuchara o pequeños sorbos. Si un niño ha vomitado y se le ofrece un gran volumen repentino (un vaso entero, una mamadera llena) es muy probable que lo vomite en pocos minutos, es por ello que se le debe ofrecer líquidos en forma fraccionada.
Además se debe ofrecer una volumen de un vaso o medio vaso si es un niño pequeño luego de cada deposición para reponer el volumen de líquido perdido.
Los niños que se encuentran siendo amamantados deben continuar con lactancia materna, solo que si presentan vómitos deben realizar el ayuno mayor a 30 minutos y comenzar a hidratarse en forma fraccionada.
Es importante mantener la alimentación en forma normal mientras dure la diarrea porque acelera la normalización de la digestión y absorción de nutrientes y favorece la hidratación. La lactancia materna debe continuarse ya que reduce el riesgo de que la diarrea se agrave o que dure más tiempo. Puede aumentarse la cantidad de veces que toma.
La consulta en forma urgente debe realizarse si se sospecha deshidratación o si los vómitos no ceden y se presentan en forma continua, o se presenta el niño en mal estado general y no ingiere líquidos.
La consulta en forma diferida debe realizarse si se observa diarrea con sangre, moco o pus, si persiste la fiebre o los dolores abdominales.
Los cuadros de diarrea aguda se pueden autolimitar en cualquier momento del proceso, aunque la diarrea puede durar hasta 10 días, siendo los primeros días donde las deposiciones son más frecuentes.
La importancia en el tratamiento radica en la paciencia de los cuidadores con una administración adecuada de líquidos que permiten que los niños superen este tipo de infecciones.