Con genética y siembras asociadas, el girasol gana terreno en el sudeste

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En Lobería, Diego Casais encontró las semillas y el manejo que necesitaba para que el cultivo rinda, y hoy le destina el 40 por ciento del área sembrada.

Estabilidad de rinde y precio son las dos variables que explican por qué el girasol ha vuelto a ganar terreno en el sudeste bonaerense. Así reflexiona Diego Casais, un productor de la zona de Lobería que en campos propios y alquilados (en un esquema de siembras asociadas) trabaja alrededor de 5000 hectáreas. Hace cinco años, el área destinada al cultivo ni siquiera alcanzaba el 10%. Hoy destina el 40% del área al girasol.

“Sacar 3000 kilos de girasol es relativamente alcanzable en la región”, explica Casais. “En el último tiempo, el girasol ha tenido bonificaciones que ayudan mucho a levantar el precio del cultivo. En particular este año vendimos casi el total de la producción en forma anticipada, lo que fue muy beneficioso porque obtuvimos muy buenos valores”, añade.

Otra de las grandes ventajas del cultivo es la rapidez con que se obtiene el retorno de la inversión. Desde la siembra en octubre hasta la cosecha en febrero o marzo transcurren apenas seis meses.

La última campaña de girasol transitó sin grandes problemas para “Agropecuaria Casais”, con rendimientos que alcanzaron los 2700 kilos promedio en casi las 2000 hectáreas sembradas. En cuanto a la elección de híbridos, el productor apostó casi exclusivamente al Aromo 105 CL de Nidera, del que se sembraron más de 1300 hectáreas. Sin embargo, la gran sorpresa la dio el 106 CL HO Paraíso, del que se sembraron alrededor de 300 hectáreas y logró un rinde de 3200 kilos en un campo ubicado a 50 kilómetros al norte de Lobería, casi lindando con Balcarce.

“Creo que acertamos con la fecha de siembra tardía en los primeros días de noviembre”, confiesa el productor, logrando captar así un adecuado caudal de lluvias. Respecto al manejo, la densidad fue de 55.000 plantas/ha. En barbecho, “primero se aplicó un pre emergente de Flurocloridona y Acetoclor. Luego una dosis de Clearsol en el estadío inicial del cultivo. Y realmente la sanidad que presentó el cultivo fue muy buena”, se sincera.

“El año pasado el Baguette 802 fue el trigo que más nos rindió. Hicimos alrededor de 600 o 700 hectáreas, pero para este año vamos a aumentar un poco más el área”, confiesa el productor, quien proyecta sembrar por lo menos 1800 hectáreas con esa variedad en un plan de siembra que abarca un total de 2500 hectáreas.

De ciclo largo y con requerimientos de frío, el Baguette 802 obtiene una respuesta muy alta en buenos ambientes como los que se encuentran en los partidos del sudeste bonaerense. “Por un tema de lluvias y temperatura, nosotros obtuvimos mejores resultados en siembras de mediados de junio. En fechas de siembras tempranas logramos un rinde promedio de 5500 kilos por hectárea, pero en algún campo en particular donde sembramos un poquito más tarde hemos llegado incluso a los 6000 kilos”, manifiesta orgulloso.

Hace más de diez años que Diego Casais se puso al frente de la empresa familiar, una vez que se recibió de ingeniero agrónomo en la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad de Mar del Plata. Diego sucedió a su padre, Aldo Casais, el fundador de la empresa, quien había arrancado 30 años atrás siendo contratista rural. “Paralelamente, y con mucho esfuerzo, mi viejo siempre iba sembrando algún campito y así fuimos creciendo”, revela.

El gran salto productivo para “Agropecuaria Casais” tuvo lugar hace cuatro años, cuando iniciaron su sociedad con el Grupo Los Grobo. “La siembra asociada nos ayudó a crecer mucho en superficie y darle un poco más de trabajo y valor agregado a todos los fierros que tenemos”, sentencia. El equipo de maquinarias lo integran seis sembradoras, cuatro cosechadoras, una pulverizadora y una flota de camiones, con la que también prestan algunos servicios. Pero Casais no se conforma y la intención de cara al futuro es seguir creciendo sobre la base de campos arrendados.