Sufrir por anticipado, padecer insomnio e irritabilidad: las trampas del pensamiento ansioso

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Vivimos en una sociedad urgente, rápida y ansiosa, repleta de mentes agitadas que convierten la paciencia y la tolerancia a las contrariedades en bienes de lujo. A menudo, las personas no saben estar solas, interiorizarse, reflexionar y disfrutarse. Conocen a muchos en las redes pero a pocos en profundidad.

La sobrecarga de información, la exigencia de realizar varias actividades a la vez y la acumulación de preocupaciones tienen nefastas consecuencias en el bienestar físico y psicológico y pueden acelerar la mente a una velocidad aterradora. En la era digital, esto está pasando con una intensidad nunca antes vista.El resultado es una velocidad espantosa y estéril de pensamientos, muchos pensamientos inútiles y una serie de consecuencias físicas y emocionales avasallantes.

El exceso de información y la intoxicación digital hacen que el «gatillo de la memoria» dispare muchísimo, y que abra un número espeluznante de «ventanas» (del archivo de recuerdos), sin anclarse en ninguna, por lo que el individuo pierde el foco y la concentración.

¿Qué es el Síndrome del Pensamiento Acelerado y cuáles son sus síntomas?

Como una película editada en altísima velocidad, solo se aprecian los primeros segundos; pero luego una sensación de incomodidad invade al espectador. Nadie soportaría por mucho tiempo ver una película cuyas escenas transitan con rapidez. Pero soportamos por años que nuestro pensamiento ruede su ‘película´.

La sociedad moderna alteró el ritmo de construcción de los pensamientos. Los homo sapiens de nuestra era no tienen protección emocional. El mundo está enfermo y produce personas enfermas, cartesianas y racionalistas. Nos enseñan sobre el mundo exterior pero nada sobre el interior. Los jóvenes no se preparan para ser líderes de sí mismos ni autores de su propia historia.

Entre algunos de los síntomas que hacen visible la presencia del trastorno se destacan: la ansiedad, la insatisfacción, las mentes inquietas o agitadas, el cansancio físico exagerado, la irritabilidad, la impaciencia, un bajo umbral para soportar frustraciones, la capacidad para sufrir por anticipado, el tedio, los trastornos del sueño y el déficit de concentración y memoria.

¿Por qué las personas se despiertan fatigadas? Porque gastan mucha energía pensando y preocupándose durante el estado de vigilia. ¿Por qué sufren consecuencias físicas a raíz de la ansiedad? Cuando el cerebro está desgastado, estresado y sin reposición de energía, busca órganos de choque para alertarnos. ¿Y el olvido? Porque el cerebro tiene más juicio que nuestro «Yo», y al percibir que no podemos administrar nuestros pensamientos, que vivimos agotados, el cerebro utiliza mecanismos instintivos que bloquean las ventanas de la memoria en un intento de que pensemos menos y ahorremos más energía.

La ansiedad vital, sin embargo, es el tipo de ansiedad saludable que estimula el proceso de construcción de la psique, ya sean pensamientos, ideas, personajes, ambientes, deseos o aspiraciones. La misma se vuelve enfermiza cuando va en contra del placer de vivir, la creatividad, la generosidad, la afectividad, la capacidad de pensar antes de reaccionar, la habilidad de reinventarse, entre otras. Uno de los mecanismos que más transforman la ansiedad vital en una ansiedad asfixiante es la hiperconstrucción de pensamientos.

¿Quiénes pueden desarrollarlo?

Todas las personas que se expongan a una cantidad absurda de estímulos puede desarrollar el SPA. Aquellas de personalidades calmas, tranquilas y de autocontrol pero expuestas a los mismos medios sociales y aparatos digitales que han causado un agotamiento mental, un déficit de energía y una baja capacidad para soportar frustraciones son igualmente propensos a padecerlo.

Muchos neurólogos, psiquiatras, psicólogos y psicopedagogos, al observar a niños y adolescentes agitados, inquietos, con dificultad para concretarse y rebeldes a las normas sociales, llegan a diagnósticos errados, atribuyendo tales comportamientos al trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), cuando la gran mayoría es víctima del SPA. Este síndrome produce algunos síntomas semejantes a los de la hiperactividad, pero sus causas son diferentes. En la hiperactividad con frecuencia hay un fondo genético: uno de los padres es hiperactivo.

En lo que respecta al tratamiento, este también es diferente. En el SPA no existe alteración metabólica: la falla es funcional y social, está ligada al proceso de formación de personalidad y al funcionamiento de la mente y, por lo tanto, debe ser corregida con varias técnicas. Desacelerar a quienes lo padecen es fundamental.

 

Augusto Cury – Psiquiatra